"(...)Comenzamos el trabajo de campo, lo mejor y más duro. La semana anterior habíamos diseñado una herramienta para apoyar nuestra evaluación, una encuesta-guión que nos ayudaría a conocer la opinión de la gente sobre el proyecto, los fallos del proyecto, las necesidades, el buen funcionamiento del proyecto...tocábamos un poco todo. La primera comunidad que visitamos siempre pensé que era la peor de las 7...hasta que vi la 6 y quedó en segundo lugar,pero por poco. La comunidad de la Ermita es bastante dispersa; quizás por ir a la parte más alejada o por mero azar,vimos la parte más dura. Las dos primeras eran más o menos normales, casas de adobe pero bien cerradas. La tercera me marcó y quizás marcó mi conciencia para siempre.Mal mantenían en pie una casa con varias maderas de base y toda recubierta de plástico, tapando como podían los huecos para que no entraran ni el viento ni el agua. tenían 3 edificaciones de ese tipo, la cocina abierta delante de la puerta...la cocina que suponen 3 piedras donde apoyaban la cacerola para cocer los frijoles del día y un comal donde podían hacer las tortillas. Los enanos de la casa corriendo descalzos entre la basura, la mujer contestando a mis preguntas entretanto. Sólo le habían dado paquete agrícola, incluye semilla de maíz, frijol, abono orgánico y algo de veneno natural fabricado. Esa fue la primera, quizás por eso la recuerdo tan bien, pero no la última. Muchas han sido las casas y familias que hemos visitado en este tiempo, algunas viven muy muy mal.
No voy a seguir dando detalles, creo que para despertar la conciencia ya hubo bastante. Con una de mis compañeras y yo iba el presidente de la ADESCO de esa comunidad, hasta que tuvo que dejarnos y fue otro hombre, también de la directiva, quien nos guió por las casas. Venía descalzo, con los pies bien curtidos y hechos a andar por la tierra sin nada. Mucha gente y muy diferente fuimos conociendo aquel día, pero la mayoría tenían el mismo problema común: la propiedad de la tierra donde viven. Muchos no poseen el titulo de propiedad, a pesar de llevar varias generaciones ahí, ser un terreno que su papá o su mamá o su tío les dejó. Conseguir la titularidad,después de muchos papeleos, supone un pago final de 300$,,,a gente que no llega ni a 50$ al mes. Sin esa titularidad de la tierra gente como ellos no pueden acceder a beneficio alguno de los proyectos de desarrollo que llegan: no pueden exponerse a facilitar algo y que a esa familia le expulsen de ese sitio, es una norma establecida por los financiadores de los proyectos.Y por esa norma, lógica por un lado,pero jodida por otro, impide que los que más necesitan los proyectos sean los que menos lo reciben. "
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